lunes, 21 de noviembre de 2011

"¿POR QUÉ LAS MAESTRAS GRITAN?"

 ¿cómo se enseña filosofía a los chiquitos? Existen distintos métodos, que varían según el profesor. Algunos prefieren utilizar textos clásicos, adaptados para chicos, y otros, libros especialmente escritos. Aquí, un ejemplo:

Camila Vilcinskas es maestra de primer grado del colegio San Marcos, de las Lomas de San Isidro. Pide a sus alumnos que se sienten en el piso, en una ronda. Lee con detenimiento un texto y da tiempo a que los chicos se formulen preguntas.
No demoran ni un instante. Camila anota en el pizarrón: "¿De dónde sale el agua de la lluvia? ¿Por qué llueve? ¿Por qué se pelearon los chicos? ¿Por qué las maestras tienen que retar a los chicos? ¿Por qué las maestras gritan para retar?"
Los chicos se entusiasman con el tema de las peleas. Loli, una de las alumnas dice con seguridad: "Es lo mismo pelear y jugar a lo bruto, porque le pegás fuerte y no despacio. Jugando le pegás despacito, pero peleando, más fuerte". Cata, otra compañera, agrega: "Si hablás de la pelea, hablás, pero no pegás".
El diálogo sigue, dinámico. La mayoría hace esfuerzos por dar más argumentos. Después, los chicos tendrán un tiempo para anotar lo que pensaron en un cuaderno.
Camila, la maestra, explica que "esto ayuda a que los chicos aprendan a escucharse para después refutar o dar otro ejemplo. La idea no es que se vayan con todas las respuestas".
Según Santiago, para que el método resulte, el maestro no tiene que explicitar su postura -ni siquiera en los casos de moral-, sino estar atento a que los chicos no usen falacias, no den enunciados ambiguos, ejemplifiquen y respeten las pautas de trabajo
Esteban Speyer, secretario académico de la carrera de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), afirma que la actitud filosófica "es muy beneficiosa", pero el trato con niños implica una gran responsabilidad. "Los chicos vienen de sus familias con una serie de creencias -dice-, y la filosofía, como tal, no acepta supuestos." Afirma que es importante que el docente sepa cuál es el límite hasta donde puede enfrentar a los más chicos a cuestionar sus creencias.
Para Diego Jarak, que da clases en segundo grado del Jardín de la Esquina, en Belgrano, hay otras dificultades para sortear y se relacionan con que los colegios se animen a desarrollar programas más atrevidos. "En el aula todo fluye. Los chicos se enganchan mucho, son clases distendidas -dice Jarak-. Somos honestos y les decimos que no venimos a enseñarles nada, sino a intercambiar saberes."
Vera Waksman, profesora de Filosofía de la UBA, que dicta clases en el Colegio Paideia, de Villa Crespo, recomienda a los docentes que apliquen estos métodos para atravesar una experiencia similar a la de los chicos. "Está claro que no todos los temas están al alcance de todo el mundo; en eso consistirá la habilidad del docente para discutir", agrega.
Y fuera del aula, ¿qué pueden hacer los padres? "Abrir en ellos mismos el espacio para esas preguntas -dice el filósofo Alejandro Rozitchner-. La filosofía no se puede enseñar como una materia de contenidos. Se vive, se comparte, se experimenta como un camino de búsqueda siempre personal."
Según Rozitchner, "todo chico, al crecer, presenta a sus padres la oportunidad de pensar de nuevo el mundo. Si los padres aceptan ese desafío de pensamiento, abren en la relación con el chico un espacio de pensamiento filosófico". .

No hay comentarios:

Publicar un comentario